Durante años me he preocupado por disfrutar en su totalidad mis emprendimientos y jure nunca hacer algo por dinero sino hacerlo por convicción. Sin embargo, a pesar de esto he caído en la esclavitud empresarial. Esto sucedió porque mis esfuerzos los hacía por dinero y no lo hacía por el gran deseo de triunfar, algo que sabía se podía conseguir sin dinero. Existen muchas maneras de triunfar en la vida pero vivimos en un mundo en el cual se quiere tener siempre lo último, lo actual y sino no lo tienes, no eres exitoso. Pongamos las cartas sobre la mesa, muchas de personas que piensan que sin dinero no hay «éxito» vivieron una infancia dura con muchas carencias y nunca evalúan que el éxito realmente no está en la cartera, está en el corazón y en como te sientes mientras luchas por sobrevivir en situaciones difíciles.
Si evaluamos los grandes imperios empresariales, todos ellos tienen un denominador común, sus fundadores forman parte del club elite, que partiendo de la nada han llegado a construir grandes imperios empresariales. Algo de lo que día con día me doy cuenta, es que el éxito no consiste en cuanto dinero tengas, sino en las cosas que logras y que te llenan de satisfacción, y en cuanto puedes ayudar a otros.
La esclavitud en los negocios estriba en el tiempo que le dedicas al trabajo y cuanto de este tiempo no lo utilizas en desarrollar empatía con la relación familiar, con amigos y con DIOS. La esclavitud esta caracterizada por carecer de tiempo para crear un balance en la vida financiera y espiritual. De seguro luego de que medites sobre esto seguro dirás “Estoy seguro de que si hubiera evaluado esto de seguro mi vida seria otra”.
Cuando vivimos situaciones económicas imprevistas nos aferramos a la seguridad y casi siempre condicionamos el tiempo con nuestras familias y con DIOS a la idea que antes debo tener estabilidad financiera, esto por que sin dinero no existe la felicidad y posponemos el seguir a nuestro corazón antes del dinero. En (Lucas 9.59) vemos como Jesús tuvo que enfrentar el desprecio a pesar de que un hombre deseaba seguirlo condiciono esto a que Jesús esperara que el enterrara a su padre primero, lo evidente era que de seguro su padre no había muerto ya que según las tradiciones judías en relación a los entierros es que si en realidad su padre estaría muerto el debería estar en su casa y no en la orilla del rio escuchando a Jesús. Lo que realmente sucedió que el joven debería estar en su casa hasta recibir la herencia que le tocaba de su padre (L. Burkett,1990).
Si evaluamos síntomas como este, uno muy común en estos tiempos, primero me comprometo con mis finanzas y luego con mi espíritu. Lo que te he expresado seguramente te obliga a preguntarte, ¿Como me doy cuenta de que soy un esclavo de mis negocios? Seguramente si te haces esta pregunta es que ya estas contagiado, sin embargo, permíteme darte este consejo, encuéntrense a si mismo y de seguro será curado
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